Kava Kava no es una novela ilustrada, pero el autor quería intercalar algunas imágenes a lo largo de la narración. Decidir cuáles acompañarían al texto fue complicado.
Tras probar varias alternativas, se dio cuenta de que ese trabajo ya estaba hecho por la mano de artistas de todos los tiempos. Solo había que elegir entre miles de ellas.
Dibujos como los que aparecen en este fondo fueron descartados en la versión final.
Tomás Mota no se parece a este cartero de Arlés, pero trabaja para la IOPC. Nadie mejor que Van Gogh, un genio de la realidad sin filtros, para ilustrar el hilo conductor de la trama.
Kava o Kava Kava (piper methysticum). Las raíces de la planta se utilizan para producir una bebida con propiedades sedantes, anestésicas, euforizantes y enteogénicas.
Esta conocida pintura de Modigliani es una magnífica sugerencia de uno de los personajes femeninos de la novela, en la que aparece hasta con tres nombres distintos.
En realidad esta vista de la catedral, la Giralda y sus alrededores nunca existió. Se trata de la interpretación romántica del pintor, aunque la Avenida es peatonal, como en la actualidad.
Benjamin Smith no es un sacerdote, pero no cabe duda de que es muy religioso. Este cuadro de Irma Stern refleja la imagen que un occidental tiene del prototipo de imán.
Coomaraswamy no era pintor de oficio, pero sí especialista en arte, mitología y religión comparada. Muchos estudiosos han aprovechado sus trabajos. Con solo estos trazos simples reflejó la belleza de un cuerpo femenino, como el de nuestra antropóloga Allison Davies.
En la Granada del siglo XV, Boabdil se deshizo de sus rivales políticos de forma violenta. ¿Es posible que actuase siguiendo las revelaciones de un iluminado de la secta de los Moutarsim?
Es una bella composición, y no es una pintura, pero sí es antigua. A la velocidad de la luz, la imagen tiene más de 1500 años. Monegasco la eligió porque parece, no una cabeza de caballo, sino un gigante cósmico caminando de espaldas.
Las tres deidades romanas observan el azaroso viaje de Tomás Mota, pero él sueña que es la diosa griega Atenea, la de los ojos de lechuza, quien lo salva de morir en un mar agitado, al igual que hizo con Ulises.
Prolífico pintor, dominaba con admirable talento el retrato y el paisaje. Este valle abierto ilustra la vista (figurada) que desde su casa podría tener Tomás Mota al inicio de la novela.
Esta potente imagen estilizada puede representar, tanto un chamán, como un ser mágico, como un símbolo arcano. Jessurun fue maestro del famoso M.C. Escher, padre de las perspectivas imposibles.
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